El infierno...
¡¡¡JA -JA -JA!!!
Se escucho la risa tenebrosa del
Diablo sentado en su trono de piedra, vestido muy elegante con su tenedor de
tres puntas ensangrentado y grito victorioso: -“¡¡¡BIENVENIDA SEAS NUEVAMENTE
AL INFIERNO QUE NUNCA DEBISTE DE DEJAR!!! ¿¿¿CREIAS QUE TAN FÁCIL IBAS A
ESCAPAR??? ¡¡¡QUE INGENUA ERES NIÑA!!! ¡¡¡TÚ JAMÁS TE IRAS DE ESTE CÁLIDO
LUGAR!!!”…
Con los ojos irritados de tanto
llorar y con una mirada perdida, dijo la niña con voz quebrada: “¡Por favor, ya
no me tortures más!”- El diablo soltó una sarcástica carcajada y con sus ojos
endemoniados fijamente la vio, con su mano tosca le sostuvo el rostro para
llamar su atención; ella lo vio, y era la viva imagen de aquel que la
condenó. El diablo con el mismo tono de
voz del susodicho que la ilusionó, le susurro al oído en tono de canción: “Una
vez más, tus te amos los guardarás en caja de cristal y verás cómo se pierden
en el mar de tus sueños rotos y amores que jamás tendrás, llorarás de desesperación
y sufrirás tal cual lo imagine yo, los recuerdos se convertirán en tortura
silenciosa y verás como lentamente me pierdo en brazos de otra, y tú te
quedarás como siempre… ¡SOLA! … JA-JA-JA”
Destruida la niña, soltó una leve
sonrisa, y vio a los ojos al Demonio disfrazado de aquel individuo que la ha
torturado sin cesar, y dijo con voz quebrada, ésta vez sin llorar: “El que ríe
de último, ríe mejor… Tal vez disfrutas el dolor que ahoga mi corazón, pero
nadie sabrá lo que yo he sufrido por amor, tus ojos endemoniados pueden ver la
tristeza y desilusión que abarca mi corazón, alma y mi ser, y quizás sabes que
es por ti que soy el cadáver viviente que hoy ves, pero mi Fe es más fuerte que
el mal que tú con tu desprecio causaste en mi piel, y te aseguro que no te daré
el gusto de verme desvanecer… Al contrario, yo te veré a ti caer, ahogado en
llanto de desesperación, gritando del dolor y sucumbido en desilusión, y entonces
te veré con lástima y te susurraré al oído como lo hiciste tú una vez: “Una vez
más te encuentras perdido en el purgatorio del amor, la veras a ella vagar en
su realidad de felicidad, y llorarás hasta agonizar, todos tus te amos los
guardarás en tu caja de cristal, y con dolor la tirarás al mar de tus sueños
frustrados y me recordarás, por lo que te queda de vagancia en esta realidad…
Te doy la bienvenida una vez más… a tu propio infierno… Mi despreciable Satanás”
Las palabras de la niña, causaron en el diablo una ira inimaginable, el disfraz del individuo se consumió en las llamas que el soltó al gritar desesperadamente y dijo, esta vez, con su propia voz: “Niña estúpida e ingenua, tú nunca podrás verme desvalido por los estúpidos que caen por amor, solo me verás reír de satisfacción, pues es por mí que caen a este cálido y precioso infierno de dolor, yo soy quien manda a los terceros para arruinar lo que pudo ser una bella relación, son las famosas “pruebas” que tiene tu Dios, para que tu aprendas quien es el que valora lo que tu das sin condición, a quien verás desvalido será al individuo que te condeno aquí… Entiende que yo soy quien se disfraza de mujer ante el hombre más noble para que caiga en mi red, y puedo también ser el hombre noble que desea toda mujer y someterla a un sinfín de ilusiones y al final hacerla que llore hasta el amanecer”
Mientras el diablo gritaba su
ira, la niña callada fingiendo escuchar, rezaba consistente suplicándole a su
ángel que la rescatará de aquel lugar…
Sus plegarias fueron escuchadas,
y entonces una luz brillante rompió la oscuridad que habitaba la niña llorando
sin parar… La luz cegó al diablo, y los lazos de fuego que sujetaban a la niña se rompieron; las alas del Ángel evitaron que la niña cayera, y Él la rescató del infierno…
Las gotas de lluvia caían en el
rostro de la niña dormida, pero un oleaje la hizo despertar. Abrió sus ojos con miedo, y se dio cuenta que
estaba desvanecida en la arena, y las olas mojaban su cuerpo, el agua salada
causaba ardor en las heridas abiertas que causaron los lazos de fuego, pero el
dolor ya no era tan intenso. Como pudo
logró levantarse, y de rodillas le lloró al cielo y a su Ángel; le dio las
gracias por el rescate, y le suplico a Dios y a la Virgen fortaleza para su
corazón, y mirando al nublado cielo le dijo a el Ser Supremo: “Con dolor acepto
tu voluntad mi Señor bello, solo te ruego fortaleza para seguir el camino en el
que me has puesto, pues necesito de tu misericordia para sonreír de nuevo”
El débil cuerpo de la niña, logro
levantarse y con dificultad empezó a caminar, las huellas que fue dejando a su
paso en la arena, el mar se encargó de borrarlas entre oleajes, algunos lentos
otros severos…
La niña comprendió, que el tiempo
será encargado de borrar los recuerdos; así como sus heridas que le causaron
aquellos lazos de fuego…
Cansada va la niña, algunos días
con la mirada perdida, rogándole a su Ángel poder ver al sol de nuevo,
brillando con un gran resplandor…
… Y de repente, sucedió… La luz apareció…
Mariela Reneé García Vélez
Junio 6, 201218:32 horas.
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